LA HENDIDURA EN LA PEÑA

"Porque tú eres mi roca y mi castillo; Por tu nombre me guiarás y me encaminarás".
Salmo 31:3



Al general norteño Robert McAllister se le recuerda principalmente por las novecientas cartas que escribió a casa describiendo sus experiencias en la guerra civil estadounidense. El 11 de abril de 1864 le escribió a su esposa, Ellen: “Un día iba a caballo buscando un lugar seguro para disparar a un blanco. Cabalgué hasta un pequeño montículo; y cuando llegué a la cúspide, oí una voz. Mirando hacia abajo a una cantera, vi a dos de nuestros muchachos fervientemente dedicados a la oración. Me di la vuelta lo más calladamente posible, pensando en qué deleite era hallar un sentimiento tan profundamente religioso en mi regimiento.”

Todos los días estamos en una batalla espiritual, pero nada es más poderoso que una fe tranquila que halla una cantera en la cual orar, tal vez con otro creyente. La Biblia dice: “Desde el cabo de la tierra clamaré a ti, cuando mi corazón desmayare. Llévame a la roca que es más alta que yo” (Salmo 61:2).

Por Ramón Tovar 
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