RECORDADO SU BONDAD
Y ella [la viuda] dijo a Elías: ¿Qué tengo yo contigo, varón de Dios? ¿Has venido a mí para traer a memoria mis iniquidades, y para hacer morir a mi hijo?
1 Reyes 17:18
Algunas de las palabras más agonizantes de la historia son las que pronunció Jesucristo en los minutos finales de su vida: “Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado?” (Mateo 27:46). Esas fueron las palabras que pronunció David cuando sintió que Dios lo había abandonado a sus enemigos (Salmo 22:1).
No es inusual que expresemos nuestra frustración hacia las personas que están más cerca de nosotros —aquellos de quienes esperaríamos que estarían allí para nosotros— cuando sentimos que nos han fallado; incluso si esa persona es Dios mismo.
La viuda para quien Dios había provisto milagrosamente alimento perpetuo (1 Reyes 17:8-16) de repente dudó de Dios cuando murió su hijo. Ella pensaba que el mismo Dios que la había bendecido con comida ahora estaba castigando sus pecados al hacer morir a su hijo. Qué fácil nos olvidamos de la bondad de Dios cuando cambian nuestras circunstancias.
Una buena manera de recordar la bondad del Señor es darle gracias a diario, preferiblemente al principio del día, por las bendiciones de conocerle a Él; por Su misericordia, amor, poder y más que cubre la senda de nuestra vida y el día que apenas está empezando.
Por Ramón Tovar
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